viernes, 2 de mayo de 2008

El despertar y mi comunicación



Sucede que en el silencio, la voz al fin es inútil. Lo convencional se reduce, los te amo mi amor vuelan hasta explotar en el techo y, entre pequeñas pausas de un intermitente ruido a otro o susurros que se sienten y no se entienden, las risas fingidas ante el típico chiste rompehielo parecen milagrosamente opacarse y concluir dentro del conjunto de variables fuera de acción.

Y es que todo se reduce al simple y puro contacto, al continuo deslizar de piel intercambiado. Yo lo toco y él me toca como comunicándonos fuera de lo limitado de un verbo, alejándonos de convencionalismos finitos. Yo y él, en esencia y sin modelos. Yo y él, libres de palabra.

Luego, entre que él me mire y yo lo cachetee, primeros y últimos besos, o mordiscos en el cuello y caricias tibias en el pecho, algún gesto aparece: inesperado y resistido, pero, pocas veces mentiroso. Alguna sonrisa sorprende luego del beso en el vientre o cierto espasmo golpea ante el contacto de labios con piel sensible.

Entonces se logra una perfección expresiva que puntillea centímetros en mi cuerpo, informándome que él me quiere cerca, jugando con su pelo y olfateándole el cuello.

Pero ,en algún momento, todo debe de acabar. Basta que conjugue gramaticalmente para cambiar automáticamente el entorno. Entonces ya se habla de carros, de voces cerca de la puerta, silbatos de policías y la televisión prendida.


- Me voy
- Ya te fuiste.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La palabra como redundancia. Impedimento, valla. Bello, como luz de primavera.

Anónimo dijo...

Raquelcita bomboncita, no juegues asi con quienes suspiran cada vez que te pones vestiditos cortos en los tonos de la gente vieja de siempre.

Si quieres no hablo. Shhhhhh.

Jesus dijo...

Sé de tus gustos por aquello que no se limita a frases y codigos gramaticales.

Es algo contradictorio buscar una verdad al escribir sobre lo limitado del lenguaje, pero, se comparte la vivencia y se adapta al encontrar paralelos facilmente seducidos por analogías.

Me gustan esas mañanas. Tienen un don poético que aclimata cualquier vivencia contenida en suaves y armoniosos actos de interaccion sensible. Para tomarle foto a cada segundo.

Bellos días.